Vuelve a nuestros rostros el reflejo de aquellos días de apenas hace un
año, de realidades que vivimos y no aceptamos fácilmente.
Llega noviembre
y con él se acoplan y fijan las miradas en un solo rostro: FIDEl; humedecen los ojos, comprimen los pechos, fruncen los semblantes y hasta se
aprietan los labios y nos preguntamos, ¿por qué tenía que ocurrir?
